miércoles, 28 de septiembre de 2011

F C Barcelona

El Barça de Guardiola ha alcanzado la gloria gracias a un modelo diferencial que se ha convertido en el Armaggedon del resultadismo, que se ha ganado la admiración del mundo jugando al ataque y que ha destrozado el cliché que dice que jugar bien es incompatible con ganar. Este Barça ha recibido cientos de halagos por su atractiva propuesta con la pelota, lleva tres años instalado en el Reino de los Cielos, convive con la aureola de mejor equipo de todos los tiempos, ha mantenido un nivel futbolístico marciano, ha destrozado todas las plusmarcas históricas del club y ha consquistado dos Copas de Europa en tres años. Una hoja de servicios con la que soñaría cualquier otro club del mundo, pero también una convergencia de factores que invitan a pensar que el Barça podría condenarse a morir de éxito si se acomoda y no gestiona bien sus recursos. Es un arma de doble filo. Cuanto más gana el Barça y mejor juega, más dura puede ser la caída. Porque no existe la panacea universal para mantener la excelencia futbolística de por vida. Ese peligro, inminente pero indetectable hasta que ya es demasiado tarde, será el principal obstáculo de la temporada para el equipo de Guardiola, que tendrá que volver a empezar de cero, como si no hubiera ganado nada, para no caer en una inercia negativa y en un posterior proceso de autodestrucción.
La historia cita como caso practico al Barça de Rijkaard (Ronaldinho, Eto'o, Deco), un equipo magnífico que acabó dilapidado por el peso de la púrpura y por una temprana borrachera de triunfos. Aquel equipo se devoró a sí mismo de la noche a la mañana, sin motivo aparente, merced a una guerra de egos en el vestuario y a un desgobierno general donde la plantilla pasó del esfuerzo a la apatía. Ese es el espejo donde debe mirarse el equipo de Guardiola. Porque este Barça es el mejor Barça de todos los tiempos, sí, pero no está exento de bajar la guardia, de creerse mejor de lo que es, de no pisar el acelerador a fondo en cada choque y de abandonar la cultura del esfuerzo en cada entrenamiento. Este es el gran desafío al que se enfrenta Guardiola. La prueba entraña vértigo y dureza. Se ha ganado todo, se ha escalado a la cima del mundo, pero ahora hay que volver a subirla. Y cuanto más alto se asciende, más fuerte sopla el viento. Se trata de volver a empezar. Y toca ascender ese Everest, otra vez, con la misma determinación con la que se consiguió hollar su cima en ocasiones anteriores. Guardiola, piolet en mano, comprende mejor que nadie la magnitud de la empresa. Y a esforzado golpe de piolet, será el guía que abrirá camino al resto. Iniesta, que habla poco y dice mucho, apunta en la dirección correcta: "Tenemos que encontrar nuevas motivaciones".

El primer estimulante y principal escollo será el Real Madrid. Un equipo que siempre estará ahí, que cada año que pasa mejora más y que, de no haber sido por el Barça, habría firmado un triplete el año pasado. El Madrid, cada vez más afinado y sólido, se presenta como el primer reto. Es una selección de la ONU, comandanda por un animal competitivo como Mou, especialista en explorar los límites futbolísticos y psicológicos del Barça. Pero existe una motivación aún mayor para el Barça. Afrontar el reto que se les presentó al Real Madrid de Di Stéfano, el Ajax de Cruyff o el Santos de Pelé. Equipos que lo habían ganado todo y que, superándose a sí mismos, volvieron a ganarlo todo de nuevo. Gracias a su fútbol de altura, pero sobre todo a su voracidad extrema, aquellos equipos se hicieron un hueco en el Olimpo del fútbol. Se ganaron permanecer, para siempre, en la memoria de los aficionados. Alcanzaron la inmortalidad. Esa es la meta del Barça de Guardiola, su gran desafío. Superarse a sí mismo.

Control, pase, movimiento, que facil parece

Avanzamos hacia la siguiente jornada de liga y todavía siguen retronando en nuestras cabezas los ecos de una gran victoria, el recuerdo imborrable del fútbol hecho gloria, un espectáculo cautivador para todos los amantes del balón….¿Estamos ante el mejor equipo de todos los tiempos ?

A lo largo de la historia ha habido grandes equipos; quién no recuerda por ejemplo aquel imparable Milán de Gullit y Van Basten, el Dream Team de Johan Cruyff, la mejor versión de Zinedine Zidane jugando en aquella gloriosa Juventus de Lippi o incluso La Quinta del Buitre…

Afirmar con total rotundidad esta supremacia deportiva, sería cuanto menos pretencioso por nuestra parte, ya que a lo largo de la historia, el fútbol ha cambiado mucho con el paso del tiempo siendo muy difícil comparar dos equipos en momentos históricamente diferentes.

De lo que no hay duda es que si no el mejor, estamos ante uno de los mejores; desde aquí animamos a todos los millones de amantes del deporte rey que disfruten del momento, un estilo de juego que pasará a los anales de la historia deportiva con letras doradas……y nosotros lo estamos viviendo en primera persona.

¿Qué hay realmente detrás de tanto éxito?

Un concepto tan sencillo y a la vez tan difícil de practicar: Control-Pase-Movimiento y vuelta a empezar, una filosofía instaurada desde las categorías inferiores hasta el primer equipo. Confían en una idea y la llevan hasta el final, sin importar quién sea el rival, siempre juegan a lo mismo porque “únicamente” saben jugar a esto, cuidar la pelota, mimarla y protegerla del rival.

Siendo Leo Messi la punta del iceberg que existe por detrás, este equipo lo componen jugadores extraordinariamente técnicos, cualquiera de ellos tiene la obligación de manejar a la perfección el dogma culé: control-pase-movimiento.

Es su característica principal y su mejor defensa, ya que de lo contrario, sin la posesión del esférico sería un equipo condenado a sufrir debido a la complexión física de sus jugadores, no acostumbrados a realizar grandes esfuerzos defensivos.

Por esta razón, cuando hay una pérdida de balón sin importar la posición que sea cualquier futbolista que se encuentre en aquella zona debe realizar una presión intensiva sobre su rival para recuperar a su aliado esférico, y vuelta al asedio goleador.

Estos son a grandes y vagos rasgos de una filosofía que daría horas de conversación. Nosotros seguiremos enamorados de la magia balompédica de esos “locos bajitos” que enamoran todos los dias con su juego.

El futbol en su esencia

SOBRE LAS PLAZAS DE LOS PUEBLOS

“Tanto el afán de superación como la ambición son necesarios. El deporte es una competición. Pongo siempre el ejemplo de cuando éramos pequeños y en la plaza del pueblo nos poníamos una camiseta y jugábamos “tú contra mí” y yo entonces ya te quería ganar. O cuando hacías toques con el balón; llegaba un momento en el que hacías quinientos, luego hacías seiscientos y el próximo día ochocientos. Yo creo que la superación está en el ser humano. Allá donde trabajas te van poniendo retos: “Ahora viene este reto, después vendrá este otro, éste ya lo he hecho y no me motiva...”. Pero cuando el reto te llama, tú tiras”.

LA INICIATIVA COMO ESTILO

“Nuestra manera de entender el juego es de proponer. Yo no espero a que el otro equipo haga algo, no, yo voy a por ti. Si ganamos será mérito nuestro y si perdemos será culpa nuestra. Nosotros proponemos y otros disponen. Esto se traduce así: “Voy a jugar y voy a ser protagonista, a hacer algo en el partido, no a esperar a que las cosas sucedan”. Y de esos equipos no hay muchos. Sabemos que hacer y crear es más difícil que simplemente estar ahí. Por eso somos admirados en el mundo, por cómo lo hemos hecho”.

LOS LIMITES

“Uno puede pensar: “No he ganado, no he podido, no he sabido”. En este trabajo también hay una parte de responsabilidad en el sentido de que aquí no hay límites y, sin embargo, debemos saber qué podemos pedir y qué no. Por poner un ejemplo, no le voy a pedir a Pep Guardiola jugador que vaya a rematar los córners de cabeza. Tiene que ver con el sentido común de un entrenador que conoce a sus jugadores y sus límites, el hasta dónde podemos llegar. Como entrenador de un equipo, conociendo las competiciones en que juegas, piensas: “Somos capaces de ganar a cualquiera y de ser campeones en todas las competiciones”. Y no lo pienso porque lo hayamos hecho, no, ya lo pensaba antes de empezar. Ellos saben que todo lo que les pido lo pueden hacer. Jamás le he pedido a un jugador algo que no pueda hacer, jamás”.

GESTIONAR LAS CAPACIDADES

“A mis jugadores les pido aquello que pueden hacer para que ante todo se sientan seguros antes de salir al campo. A mí me pasaba cuando era jugador. Antes de empezar yo ya veía el partido aquí -se señala la sien-, veía el partido con los ojos cerrados y lo veía claro. Entonces ese partido iba al bote, me lo pasaba bien. El día que no lo veía y decía: “Esto no lo veo claro, porque el entrenador le está pidiendo a este jugador que haga algo que no hace”, ese día, no hacíamos precisamente un buen partido. Por eso, yo les pido a todos cosas que sé que pueden hacer. Pero no un día, ni dos, hablo de setenta partidos. Hay que conseguir que eso que les pido lo puedan hacer durante setenta partidos y encima se sientan cómodos haciéndolo. Mi tarea es gestionarlo”.

ESTO ES UN JUEGO

“En mi etapa como jugador, cuando jugaba bien y cuando hacía jugar bien a otro compañero, intuía cuáles eran las razones. A partir de los veinticinco o veintiséis años, un entrenador decía: “Hoy jugaremos así” y yo pensaba: “No, así no”. De ahí vienen mis ganas de entrenar. Tenía ideas y pensaba: “Tengo que probarlo, no sé si funcionará pero hay que probarlo”. Y todo viene de lo que había aprendido en el campo con mis entrenadores. En el campo decía: “Esto me hace fácil el trabajo, se lo hace fácil a aquel y a aquel otro”; mi idea era intentar plasmarlo desde fuera y ver si funcionaba. Al final esto es un juego. Mi momento de placer llega cuando me siento delante del ordenador, analizo al contrario y comienzo a jugar: “Si ellos lo hacen así, nosotros atacaremos por aquí, entonces nos atacarán y tendremos que cubrir...”. Ése es el momento en el que cobra sentido mi trabajo”.

TENER TIEMPO

“Para mí era más fácil innovar con el filial porque no contaba con los focos de los medios y, además, jugabas un partido de domingo a domingo. Entonces tenía mucho tiempo para analizar cada partido, volver a verlo y entrenar lo que había ido mal. Podía innovar en los entrenamientos y probar cosas diferentes de lo que habíamos hecho antes. Por poner un ejemplo distinto, si piensas en todos los científicos que están investigando sobre nuevas patologías o nuevos medicamentos, necesitan tiempo. Tiempo”.

LA DERROTA, LA VICTORIA, EL MIEDO

“Lo que te hace crecer es la derrota, el error. Es lo que te mantiene alerta. En la victoria piensas: “Genial, hemos ganado”. Y seguro que hemos hecho cosas mal, pero te relajas. Para lo único que sirve la victoria es para dormir bien. Sin embargo, cuando no tienes esa tensión necesaria, el miedo a quedar mal, el miedo a que te destrocen en la prensa, entonces no te esfuerzas como debes. En este contexto de tensión casi constante, cada decisión tiene mucho peso. Por eso, cuando haces algo, nunca debes creer que debes hacerlo, debes sentir que debes hacerlo. Y esto pasa con la innovación. Innovas si realmente lo sientes. Yo necesito sentir las cosas, no creerlas. Cuando las siento, voy derecho, no tengo miedo y me lanzo”.

“Yo creo que si tuviera que explicar cómo lo hemos hecho durante este tiempo (llevamos tres años y, contando la del filial, ya hemos ganado tres ligas seguidas), lo explicaría a través de las anécdotas y experiencias de cada momento. En un momento tomas una decisión que te obliga a tomar esta otra y, en suma, obtienes este resultado. No se trata de hacer a, b y c, llegar con la corbata bien puesta y entrenar siempre de la misma manera, no. Hoy decido entrenar de esta manera y mañana quizás me levante pensando en hacer lo contrario. Es la gracia de ser entrenador, la intuición”.

LA PRESION Y COMO VIVIR CON ELLA

“Ante la victoria no es que te acomodes, en todo caso te confunde. Pero acomodarte en un entorno tan exigente como el nuestro es muy difícil. Yo he vivido la derrota y lo duro que puede llegar a ser. Yo digo siempre que tenemos un chip en alguna parte del cerebro, antes del partido, en un campo en el que ya has ganado y dices: “Qué bien, qué bien…”. Pero se va acercando el partido y el mismo chip se va activando y te dice: “Ten cuidado, trabaja, hazlo bien, gana, gana, gana, que si no…”. Y esto te pone alerta. Imagina que noventa mil espectadores te silben y al día siguiente haya diez columnas en prensa donde te critiquen. Y luego a los dos días vuelve a ponerte delante de estas noventa mil personas. A la mayoría de la gente la juzga su jefe, A nosotros no. Imagina leer el periódico y que te veas ahí…”

GESTIONAR EL AGOTAMIENTO

“Hay días en que los jugadores vienen y los ves cansados. Llegamos de una serie de siete partidos seguidos y a los diez minutos les digo: “Eh, venga, a la ducha, véte a casa a comer y mañana nos vemos”. Eso es pura intuición. Si están frescos, alargas diez minutos más el entrenamiento, o cojo la defensa y aprovecho para hacer otra cosa. En función de lo que ves vas añadiendo”.

CREAR CANSA

“El más talentoso es el más fatigado. Crear cuesta mucho y cansa mucho. Lo que hacen, de forma natural, jugadores considerados los mejores del mundo, cansa mucho. Tienen que crear y siempre habrá expectativas de que en cada partido hagan tres goles. Eso cansa una barbaridad. Crear cansa. Siempre hay uno del que se espera más y su repercusión mediática es mucho mayor. Y todo eso también cansa”.

UN EXPERIMENTO PARA DETECTAR EL TALENTO

“Si cerrase los ojos y diera a cada jugador una libretita y les pidiera hacer la alineación o elegir a los once mejores, o a los otros diez con quienes les gustaría jugar, cada uno de ellos seguramente acertaría, más o menos. Se pondrían todos, evidentemente, pero con los otros diez no creo que hubiera muchos errores. Por eso digo que cuando voy a fichar a alguien, si me llegan comentarios de los compañeros que han entrenado con él y me dicen “éste es bueno o éste no es tan bueno, o éste es buena gente”, suelo tenerlo en cuenta. Estos son los parámetros en los que uno se tiene que fijar”.

SENTIRSE QUERIDO

“El jugador se va y se va a casa. Yo acabo, gano, tomo un poco de jamón en el vestuario o una copa de vino. Ok, perfecto, hoy hemos ganado. Pero luego viene un jugador que te dice: “No veas cómo está de enfadado el que no ha jugado, el que no has sacado, el que has hecho calentar…”. Y tú te llevas a casa el enfado de ese jugador. Y dices: “A ver qué hago yo para volver a ganármelo mañana”. Y no le puedo decir: “Tranquilo, ya jugarás mañana”. No, porque somos adultos y si le digo: “No has jugado por este motivo”, él lo que entiende es: “Tú quieres a ése y no me quieres a mí”. Porque al final todo se reduce a sentirse querido. Se trata de hacer un trabajo que te guste y sentirte amado. En basket, el entrenador los hace jugar a todos en un partido. Yo en una plantilla de diecinueve o veinte jugadores dejo a diez sin jugar. Y ellos entienden que yo no les quiero, continuamente. Es un drama. Por eso se suele entrenar en períodos de cinco años, porque ni ellos me van a aguantar ni yo les voy a aguantar a ellos”.

martes, 20 de septiembre de 2011

El milagro de Berna

En el verano de 1954 se disputaba la quinta edición del campeonato Mundial de la FIFA. La sede elegida era Suiza y dieciséis selecciones lucharían por conseguir la victoria. Una de las participantes era Alemania, que once años después de la guerra mundial, trataba de reestructurarse social y moralmente. Aquel equipo teutón tenía como director de orquesta al veterano técnico Sepp Herberger y cómo capitán y estrella principal al media punta Fritz Walter.

Durante los entrenamientos previos al Mundial, Herberger preparaba a sus jugadores de cara al gran campeonato. El torneo era una oportunidad para ilusionar al pueblo alemán y devolverle la esperanza tras unos años difíciles. Pero no lo tendrían nada sencillo quedando encuadrados en el grupo B junto a Turquía (verdugo de España en la clasificación), Corea del Sur y la todopoderosa Hungría de Puskas, Czibor, Hidegkuti, Bozsik o Kocsis. Los magiares eran los máximos favoritos y se presentaban al mundial tras cuatro años y medio invictos, como ganadores de los Juegos Olímpicos de dos años antes y practicando un fútbol espectacular. La cosa empezó bien contra los Turcos; 4 a 1.

El problema llegó frente a Hungría. Por aquella época y a pesar de ser un grupo de cuatro equipos, cada selección jugaba dos encuentros por sorteo. Herberger, sabedor de sus nulas posibilidades de ganar frente a los húngaros y de que Turquía ganaría a Corea con facilidad era consciente de que estaban abocados a un partido de desempate contra los otomanos para pasar de ronda. Así que decidió alinear a los suplentes contra los húngaros. 8-3 fue el resultado. Hungría humilló a los alemanes que clamaban contra la táctica del técnico alemán. A pesar de las críticas, Alemania pasó de ronda ganando a Turquía en el partido de desempate.

La confianza alemana se vio reforzada y sendas victorias frente a Yugoslavia (2-0) y Austria (6-1)en cuartos y semifinales respectivamente, colocaron a Alemania en la gran final. En el horizonte, de nuevo Hungría, que arrasaba en todas las apuestas tras el precedente de su enfrentamiento anterior.

Pero los alemanes contaban con algo que ni siquiera Hungría podría poseer. Junto con la expedición alemana también viajó Adi Dessler, del que ya hablamos en enfermos del fútbol. El bueno de Adi, era el creador de Adidas y por aquellos tiempos ya se dedicaba a mejorar el rendimiento de los jugadores a través del calzado deportivo. Su nueva ocurrencia fue la creación de tacos atornillados en las botas de modo que se podrían intercambiar según las inclemencias del tiempo. Toda una revolución por aquel entonces. La innovación fue acogida por entusiasmo por el entrenador alemán, que no dudo en pedir varios pares para el campeonato.
A pesar de la lluvia que había comenzado a caer incesantemente en Berna, nadie apostaba por Alemania. Hungría, aún con Puskas renqueante por lesión, era demasiado potente como para perder esa final. Y así parecía plasmarse en el campo, pues en los ocho primeros minutos, Alemania ya perdía por dos a cero. Pero quizá en este partido Alemania comenzó a ser la Alemania que conocemos hoy en día; incansable, competitiva. Nadie en su sano juicio da por vencido a un alemán desde entonces. Y es que los teutones empataron antes del descanso. Morlock y Heimut Rahn, (habitual suplente hasta ese encuentro). Llegando con tablas al descanso, los húngaros se lanzaron al ataque, pero fue Rahn el que de nuevo daría la puntilla a los magiares y adelantando a los alemanes a falta de 6 minutos para el final del encuentro. Con 3-2 a Puskas le anularon un gol legal por fuera de juego, lo que dejaría el resultado tal y como estaba. Todos los elementos (climatológicos, arbitrales y futbolísticos) se habían alineado para que Alemania conquistara su primer mundial y llenara de orgullo a sus compatriotas. Había nacido la leyenda del "Milagro de Berna", una de las mayores sorpresas de las finales mundialistas, que dejaron a uno de los grandes equipos de la historia sin englosar en ella.
ALINEACIONES
Alemania Federal:
Turek, Posipal, Liebrich, Kohlmeyer, Eckel, Mai, Rahn, Morlock, O. Walter, F. Walter y Schafer.
Hungría:
Grosics, Buzansky, Lorant, Lantos, Bozsik, Zakarias, Czibor, Kocsis, Hidegkuti, Puskas y Toth

Elias kachunga

Elias Kachunga , nacido el 22 de Abril de 1992 en Colonia, (Alemania). Posee la doble nacionalidad, sus padres son de la República democrática del Congo, aunque él, como muchos otros casos que se vienen dando en las categorías inferiores del fútbol alemán, ha decidido defender la camiseta del país que le vio nacer, siendo internacional sub17 y sub19 en varias ocasiones. Formado en las categorías inferiores del Borussia Mönchengladbach, su club actual y donde llegó en el año 2005, ha conseguido debutar este año con el primer equipo en un encuentro amistoso, aunque de momento se deberá de conformar con formar parte del segundo equipo, donde es todo un habitual afianzado en el once titular. Volviendo al origen del artículo, ayer se enfrentaban las selecciones de Alemania y Suiza en un encuentro clasificatorio para el Europeo sub19 del 2011, dándose como resultado final de empate a 2. Kachunga se erigió como el gran protagonista del encuentro, haciendo los dos goles de su equipo y demostrando unas condiciones físicas y técnicas de gran nivel. Con su 1’77 cm de estatura y 68 kg, este joven jugador de corte puramente ofensivo, demostró estar capacitado para actuar tanto como mediapunta o un poco más adelantado, ejerciendo de segundo punta con total libertad, donde hacía más daño. Diestro, tiene muchísima movilidad en toda la zona de ataque, siempre en constantes movimientos y ofreciéndose una y otra vez, es un delantero muy participativo al cual no le importa bajar un poco al centro del campo, tocarla de primeras y ayudar en la elaboración. Rápido de movimientos con y sin balón, sale con mucha explosividad y destaca su buen cambio de ritmo con el balón controlado. Ágil en todos sus movimientos y peligroso en sus constantes desmarques, resulta muy difícil fijarle la marca. Dentro del área es un jugador muy listo, sabe donde mejor colocarse, oportunista y frío de cara a puerta, su remate de cabeza tampoco está nada mal. Sin duda un diamante aun por pulir pero que muy pronto veremos debutar en la Bundesliga, merece la pena seguirle.